El rompehielos ARA “Almirante Irízar” se encuentra amarrado en Ushuaia tras retornar de la Antártida y en los próximos días emprenderá la navegación de regreso hacia el puerto de Buenos Aires, para concluir así la primera Campaña Antártica de Verano (CAV) que lleva adelante tras ser sometido a un proceso de reconstrucción y modernización por el incendio sufrido en 2007.
El comandante de la emblemática embarcación de la Armada Argentina, Capitán de Fragata Maximiliano Mangiaterra, explicó en declaraciones oficiales que solo resta efectuar el trasbordo de residuos replegados de las bases antárticas, hacia el buque de transporte ARA “Canal Beagle”.
Por su parte, el “Beagle” también cargará en el Irízar material que debe ser transportado a Buenos Aires, “donde realmente termina la actividad logística de la campaña”, señaló el capitán.
“Para nosotros es un día de reconocimiento por todo el trabajo realizado por el equipo, por haber cumplido la misión al 100%, lo que ha sido motivo de satisfacción y orgullo para este grupo que se ha formado”, destacó Mangiaterra.
También mencionó que durante la travesía “no hubo accidentes” y dijo que “la preservación del personal es uno de los aspectos en los que hacemos hincapié, porque es lo más importante”.
“Los buques son una masa de acero naval inanimada pero que cobran vida, cobran emoción, por sus tripulantes. Por lo que cuando uno habla del Irízar, porque es un gran buque de mucho porte, con mucho acero naval, también decimos que está animado por su tripulación”, subrayó el capitán.
En esa línea, señaló que “el binomio entre este barco y su tripulación es una de las satisfacciones más grandes que me ha tocado vivir. Por eso para mí este regreso representa una emoción muy grande, difícil de poner en palabras. Ahora nos queda por delante volver a casa”, aseveró.
Barco “nuevo”
El rompehielos Almirante Irízar finalizó el año pasado un proceso de reparación y modernización que le incorporó a su estructura tecnología de última generación, duplicó su capacidad de transporte de Gas Oil Antártico e incrementó en un 600 por ciento la cantidad de espacio dedicado específicamente a la investigación científica.
El barco de 12 cubiertas funciona internamente como una mini ciudad que cuenta con servicios a bordo como consultorios médicos y sala de internación, lavandería, biblioteca, comedores, sastrería, peluquería, panadería, alojamientos y cámara frigorífica, a lo que se suman las centrales de comunicaciones y meteorología, varias bodegas, 415 metros cuadrados de laboratorios científicos y una cubierta de vuelo y un hangar con capacidad para dos helicópteros Sea King de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros.
El buque polar partió de Buenos Aires el 26 de diciembre y el 2 de enero pasó por primera vez por Ushuaia antes de realizar la primera etapa de la CAV en la que reabasteció al 60 % de las bases.
A mediados de febrero retornó a la capital fueguina y luego de intercambiar personal y materiales, volvió a la Antártida a completar su misión.
Uno de los momentos más complejos de su periplo fue la llegada hasta la Base Belgrano II, la más austral del país a los 78 grados de latitud, para lo que tuvo que atravesar un campo de hielo de 460 kilómetros de longitud, con espesores máximos de 6 metros.
“Se puede decir que el buque fue exigido al máximo que permite su capacidad constructiva y respondió satisfactoriamente”, aseguró entonces su capitán.
Por su parte el jefe del proyecto “Reparación y Modernización del Rompehielos Almirante Irízar”, el capitán de navío Víctor Ortiz, coincidió en que desde el punto de vista técnico “el buque se comportó muy bien, incluso mejor de lo esperado. Cumplió todas las expectativas”, aseguró.
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