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¿Fin del roaming regional?: pese al tratado político, las telcos creen que sólo se logrará parcial y gradualmente

La Unión Europea le llevó diez años eliminar el roaming. ¿Cuánto podría demandarle a una región, como la latinoamericana, que carece de un organismo como el Parlamento Europeo, y posee una geografía que incrementa en varias veces la del Viejo Continente, una decisión en la misma línea? La determinación de los gobiernos de la región de […]

La Unión Europea le llevó diez años eliminar el roaming. ¿Cuánto podría demandarle a una región, como la latinoamericana, que carece de un organismo como el Parlamento Europeo, y posee una geografía que incrementa en varias veces la del Viejo Continente, una decisión en la misma línea?

La determinación de los gobiernos de la región de avanzar con esta quita suena muy atractiva pero, para lograrlo, cada uno de ellos debería encarar una reforma tributaria local que, para comenzar, tendrá que eliminar la doble imposición de un impuesto como el IVA que rige en cada país de América latina.

Sucede que, cada vez que un usuario paga por roaming, tributa en su país de origen y en el que se encuentra temporalmente.

La «Declaración de Buenos Aires» es políticamente correcta. Se trata del documento que se emitió en el marco de la Comisión Interamericana de Telecomunicaciones (CITEL), donde los representantes de las delegaciones que llegaron hasta el país se comprometieron a avanzar en la eliminación de la itinerancia (roaming).

Pero la realidad es que su implementación es difícil. Al menos desde el punto de vista de los gobiernos.

Es más fácil que su eventual desaparición venga por iniciativa de los operadores privados, tal como está ocurriendo ya con algunos de ellos, o por estrategias que van implementando los propios usuarios por impulso de los poderes ejecutivos latinos.

Así las cosas, el fin del roaming es más una expresión de deseos que una realidad.

Por eso, aquel argentino que, por ejemplo, va a las Cataratas del Iguazú y, sin quererlo, se encuentra de repente en la red de un operador brasileño, o un turista que transita la Mesopotamia y, cuando menos lo imagina, tiene señal de una compañía uruguaya, va a tener que seguir teniendo los cuidados de siempre.

Es decir, viajar en modo avión para evitar la descarga de datos automática, o definir con claridad qué operador quiere privilegiar en su móvil (aunque a veces se trate del mismo de uno y otro lado de la frontera). O, en todo caso, contratar un paquete de roaming.

Por qué es un objetivo difícil
Eliminarlo no es un tema tan sencillo. Una experimentada fuente del sector explicó a iProfesional que «los países tienen que modificar sus impuestos antes de avanzar en su quita porque, cuando se toma una decisión de este tipo, a los que se beneficia en primer lugar es a los extranjeros que llegan a ese país, no a los que ciudadanos que viven en el lugar».

A la Unión Europea (UE), con una tradición mucho más vasta en esto de avanzar con la institucionalidad y de ponerse de acuerdo en objetivos comunes, le llevó una década de debates y trabajo regulatorio.

Al principio, allá por 2007, el objetivo se planteó no ya como la eliminación del cargo por itinerancia sino como la necesidad de bajar el costo que le representaba a los ciudadanos del continente, acostumbrados a cruzar fronteras de manera casi cotidiana.

Lograrlo demandó no sólo acuerdos, sino muchas idas y venidas, y una postura muy clara en cuanto a que el beneficio sería para los integrantes de la UE y no para los extrazona.

Cualquiera que haya llegada al Viejo Continente desde este lado del charco, munido de su celular, y no haya prestado atención al tema del roaming, se habrá llevado varios dolores de cabeza luego de recibir la factura. Lo que se cobra por ese concepto es altísimo.

Por eso, se prevé que su baja o eliminación vendrá más de la mano de los operadores privados antes que por política regulatoria, local y/o regional, tal como ya está sucediendo tanto con Claro como con Movistar, los dos principales jugadores de América latina, aunque con propuestas sumamente diferentes.

Pasitos de las empresas
Claro implementó hace dos años Claro América, el plan que incluye roaming a prcio local en cualquier país del continente.

Desde que implementó este sistema, la compañía viene registrando no sólo crecimiento de este plan en particular entre sus clientes sino, básicamente, una continua migración de quienes tenían otras propuestas comerciales.

Justamente, la estrategia comercial de la compañía es alentar a sus clientes a utilizar esta propuesta pues, cuando están en otro país de la región, «no necesitan llegar al hotel y tener WiFi para seguir conectado».

En las últimas vacaciones de verano, unos 600.000 clientes de Claro utilizaron el servicio de roaming en América. Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay fueron los destinos donde se registraron la mayor cantidad de usuarios de la Argentina, indicó la empresa.

Una iniciativa parecida es la de Movistar, aunque con costo. Por u$s7 diarios, los clientes de la compañía tienen roaming en diversos destinos del mundo. Se trata de la promo más reconocida. A tal punto que en el último verano más de 700.000 clientes de la compañía usaron este servicio.

El costo que representa la itinerancia para los usuarios móviles es bien conocida por los operadores, razón por la que la propuesta para continuar comunicado se ajusta a diversas necesidades.

Además del pack de u$s7 por día, Movistar cuenta con otros paquetes promocionales, del tipo «low cost», en los que se contempla la cantidad de días que se va a estar en determinado país y los servicios que se van a utilizar durante esa estadía.

«El que viene más retrasado en el tema es Telecom«, aseveraron fuentes del sector, pese a que la compañía también tiene una propuesta comercial y que difiere según el destino al que se traslade el cliente.

Desde la compañía señalaron, de todos modos, que «Personal ofrece diferentes propuestas de servicios en roaming internacional que se adaptan a las distintas necesidades de comunicación de nuestros clientes, con paquetes especiales de datos, llamadas y SMS para los distintos segmentos (factura, abono fijo y prepago) tanto para países limítrofes, como los destinos más visitados. En el caso de los clientes Personal Black, ya disponen para Estados Unidos y países limítrofes 10GB de datos sin cargo como parte de su plan de servicios en roaming internacional».

Como se ve, los operadores móviles, aun con sus diferencias, están más avanzados que lo proclamado por los países en el encuentro de la CITEL.

Mucho más porque la declaración es eso, una declaración. Ni siquiera se conoció un cronograma de trabajo, que es lo mínimo que necesita una región como para dar cuenta de que se quiere avanzar de manera concreta en una determinación de estas características.

Hasta los usuarios van a continuar «descubriendo» diversas alternativas para evitar el roaming. El hecho de que las redes WiFi se extiendan y permitan acceso gratuito lleva a los usuarios en viaje a recurrir a ellas cuando las necesitan. Y si tienen que permanecer algunas horas desconectados para impedir comunicaciones de cualquier tipo lo hacen sin inconvenientes.

De modo que, aquellos que viajen no deben olvidar de tomar las medidas que ya venían implementando hasta ahora porque el cuadro de situación, pese a los anuncios, no presenta cambios.

En otras palabras: el roaming continúa vigente en América latina, y en el mundo. Y los cargos se cobrarán según las políticas comerciales de cada operador.

Impactos positivos
La discusión sobre la eliminación del roaming en Europa no fue sencilla. Fue iniciada en 2007 y liderada, básicamente, por cuatro mujeres: Viviane Reding, Vicky Ford, Neelie Kroes y Pilar del Castillo, pertenecientes a partidos liberal-conservadores.

Viviane Reading, comisaria Europea para la Sociedad de la Información en aquel entonces, salía de una reunión del Consejo de Transporte, Telecomunicaciones y Energía y, en un ida y vuelta con el ministro alemán, Michael Glos, comentó que se había acordado que «usar el teléfono en el extranjero no les costará más de 12 euros por una llamada de cuatro minutos, y no más de 2 euros en el futuro».

Era la época en el que el mercado en ese continente no estaba regulado y las compañías cargaban los conceptos que querían en la factura de los consumidores.

Pero lo dicho por la ejecutiva tenía su claroscuro. En privado, 24 de los 27 países de la UE se habían expresado en contra de eliminar el roaming, sólo que no se atrevieron a decirlo porque, de ese manera, todos se pondrían a sus electorados en contra.

Pese a la mentira, el tema fue adquiriendo relevancia. Fue el año en que surgió el iPhone y ya se vislumbraba el crecimiento que tendría el uso de datos entre los usuarios de móviles. Dar ese primer paso, pese a la negativa, para reducir ese costo en un 70% era un logro.

Vodafone, Orange, T-Mobile, Telefónica, KPN, y otras fueron aggiornándose a la decisión a puro pataleo. Hasta que en 2010 llegó Neelia Kroes para liderar la Agenda Digital en la CE, que enfrentó un fuerte lobby del sector y, particularmente, de Vodafone.

Aun así, la mujer presentó el Mercado Unico de las Telecomunicaciones, basado en tres ejes: armonización del espectro, neutralidad de la red y nueva revisión del roaming.

Fue el momento en que entraron en escena Pilar del Castillo, eurodiputada por el Partido Popular, y Vicky Ford, del Partido Conservador Británico.

La primera consideró que había llegado el momento de terminar con el roaming, mientras la segunda debía debatirse entre defender el mercado único mientras su partido proponía que el Reino Unido saliera de la Unión Europea.

Pese a los avances para reducir el costo del roaming, la UE estaba integrada por 28 mercados nacionales de telecomunicaciones, cada uno de ellos con diversas empresas, y con flujos de personas muy distintos entre ellos. Aun así, en 2015 se aprobaron ambas leyes: matar al roaming y la salida de Gran Bretaña de la UE.

Las cosas, sin embargo, no se pusieron en marcha de manera inmediata. Las empresas, acostumbradas a la queja, pidieron más tiempo para adaptar sus infraestructuras a la nueva situación.

Tuvieron una moratoria, aunque con una condición: tenían 16 meses para adaptarse y dejar el sobrecosto del roaming al mismo nivel que ofrecía el mercado mayorista, contó la propia Del Castillo a El Confidencial, en septiembre de 2017.

Ya en 2016, las compañías comenzaron a bajar los valores. Tomaron la antipática decisión de la UE como factor de competencia y algunas lograron sacar ventajas respecto de sus rivales. El 15 de junio de 2017 el roaming murió.

Se impusieron condiciones, lógicamente. Para poder tener el beneficio, el cliente debe permanecer más en su país de residencia que en el que visita, entre otras cuestiones.

Pese a que las compañías se cansaron de advertir que se reducirían sus ingresos, que eso impactaría en el Ebitda, y que se vendría una catarata de situaciones catastróficas para sus finanzas, lo cierto es que desde entonces el crecimiento del uso de datos es exponencial. También los ingresos.

De hecho, entre 2008 y 2015, el volumen de consumo de datos utilizado en roaming se multiplicó más de 100 veces, según datos de la UE, aún cuando están claramente explicitadas las limitaciones que también poseen los usuarios y que están publicadas en la página oficial de la asociación.

Si en Europa llevó todo este tiempo, aun cuando hubo una férrea voluntad de parte de un grupo que enfrentó el lobby empresario, ¿cuánto podría demandar una determinación de este tipo en América latina, especialmente cuando la historia también parece haber comenzado con una mentira?

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