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El vuelco de El Pepo mostró la falta de alcoholímetros y de controles

La noticia del vuelco protagonizado en la zona de Dolores, provincia de Buenos Aires, por el popular cantante El Pepo el sábado pasado en la madrugada, en la que resultaron muertas dos personas.

Unnamed

Cuando iban hacia la costa para varios shows, generó, dado los antecedentes personales del artista, todo tipo de conjeturas sobre el estado psicofísico en que se encontraba al volante del vehículo.

Sin embargo, para sorpresa de todos, la fiscal interviniente en el hecho expresó a los medios que no se le pudo realizar el control de alcoholemia en el lugar por falta de alcoholímetros, ya que en las importantes ciudades de  Dolores ni en Chascomús contaban con ellos.

 Este hecho ha puesto en evidencia, una vez más,  la falta de controles de alcoholemia en gran parte del país  que se traduce en constantes pérdidas de vidas humanas, tales como las tragedias ocurridas en las últimas semanas en distintas localidades y que trascendieron en los medios*.

Los oportunos 3095 controles de alcoholemia realizados en la ciudad de Buenos Aires este  fin de semana para el día del amigo, donde se detectaron casi 100 conductores altamente alcoholizados, demuestra que estas medidas de prevención se pueden hacer y urge expandirlas a todo el  país.

Los países exitosos en reducir la conducción alcoholizada (y/o con drogas) realizan enormes cantidades de controles de alcoholemia cada año. A título de ejemplo, según el informe de ETSC (Consejo Europeo de Seguridad en el Transporte) * durante 2017, se realizaron, en:

Suecia 1.297.000 controles.                          130 cada mil habitantes

Finlandia 1.535.000 controles.                       279 cada mil habitantes

Austria 1.660.000 controles.                          189 cada mil habitantes

España 6.136.000 controles.                         132 cada mil habitantes

Francia 9.844.000 controles.                         152 cada mil habitantes

Argentina 300.000 controles.                      7 cada mil habitantes (estimado).

No bastan controles esporádicos y escasos, o algunos fines de semana en la esquina de un boliche. Las autoridades, responsables de la movilidad y el tránsito, deben comprender que sin controles efectivos ni sanciones eficaces no podremos avanzar significativamente en la seguridad vial, y salvar las más de 7.000 vidas que se pierden cada año en siniestros evitables.

En Salta, semanas atrás, en la ruta 50, un automovilista, altamente alcoholizado, chocó de frente a un motociclista causándole la muerte. En Guaymallén, Mendoza, hace unos días, un joven alcoholizado perdió el control de su camioneta y volcó,  causando la muerte a su novia quien salió despedida del vehículo. La semana pasada, en el barrio de Villa Devoto, Ciudad de Buenos Aires, otro conductor, con 2,14 de alcohol en sangre, atropelló a un ciclista y escapó para estrellarse contra otro coche. En esta misma ciudad, se hizo público que 3 de cada 10 motociclistas muertos en el tránsito en 2017  estaban ebrios. Y la lista no se agota en estos casos de dominio público.

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