“Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite, que está dispuesto a quemar nuestros hospitales, el metro, los supermercados, con el único propósito de producir el mayor daño posible”, dijo anoche el presidente chileno Sebastián Piñera ante el desconcierto de miles de indignados, que decidieron copar cada calle de Chile.
Las manifestaciones estallaron por el aumento del precio del pasaje del metro -medida que el gobierno luego revirtió- y eran inimaginables hasta hace solo algunos días, cuando el mismo presidente Sebastián Piñera se refería a su país como un “oasis” de estabilidad.
Pese a que el disparador fue el aumento de la tarifa del metro, las protestas se fueron haciendo eco de otras reivindicaciones en una sociedad que incuba desde hace años un gran descontento, y se fueron extendiendo a otras ciudades como Valparaíso y Concepción, y luego al sur: en Magallanes, Punta Arenas también fue foco de conflicto.
En solidaridad con estos manifestantes, este lunes militantes de diversos colectivos y sindicatos, como la Unión Obrera Metalúrgica y la agrupación «Las 20 V», llegaron hasta el Consulado de Chile en Río Grande para manifestar su apoyo.
Con banderas y cartelería, en la que solicitan la salida de las Fuerzas Armadas de las calles (algo solo posible gracias a la Emergencia dispuesta por Piñera), los presentes, el grueso de ellos jóvenes, se manifestaron hoy de forma pacífica.
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