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En las islas Malvinas viven hoy 18 argentinos de forma estable

Las Islas Malvinas cuentan hoy con una población civil de 3.198 habitantes, entre ellos son 18 los argentinos. En su mayoría llegaron antes de la guerra del Atlántico Sur de 1982. Pero hay un par de excepciones, argentinos que llegaron después de esa fecha, como Sebastián Socodo, el encargado de custodiar el Cementerio de Darwin, […]

Las Islas Malvinas cuentan hoy con una población civil de 3.198 habitantes, entre ellos son 18 los argentinos. En su mayoría llegaron antes de la guerra del Atlántico Sur de 1982. Pero hay un par de excepciones, argentinos que llegaron después de esa fecha, como Sebastián Socodo, el encargado de custodiar el Cementerio de Darwin, el lugar donde descansan los argentinos caídos en combate.

Los datos surgen del último censo de población realizado el 9 de octubre de 2016 en las Islas Malvinas, actividad que se reitera cada cinco años en ese territorio, y se convirtió en el objeto de estudio de investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), quienes se abocaron a indagar sobre los movimientos migratorios hacia las islas luego de la guerra del Atlántico Sur.

El 50 por ciento de la población de Malvinas es autóctono y la otra mitad es extranjera, composición que se registra desde la guerra de 1982. De este grupo poblacional que no nació en las Islas, el 25 por ciento es inglés y el otro cuarto está compuesto por ciudadanos provenientes de 50 países del mundo, entre ellos se destacan unos 180 chilenos que están radicados en el territorio austral.

“En parte son desplazamientos definitivos, con intención de radicarse en las Islas, entrevistamos algunas personas que hace 20 años que están residiendo allí, pero también son importantes los desplazamientos temporales”, explicó Gustavo Peretti, docente investigador del Departamento de Geografía de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL, quien realizó, junto a Martín Seval, una estadía de investigación en las Islas para lograr una aproximación sobre las diferentes formas de expresión que poseen los habitantes sobre la cuestión Malvinas.

Peretti informó que el 77 por ciento de la población se encuentra radicada en la localidad capital, en Puerto Stanley, y refiere que en 1930 el archipiélago alcanzaba 2.392 habitantes, cifra que fue disminuyendo de manera constante hasta inicios de la década de los años 80 cuando sólo contaba con 1.813 pobladores.

“Una de las marcas de la guerra en las islas puede encontrarse en el aumento de la población de Malvinas, pues Inglaterra comienza a prestar mayor atención a ese territorio”, aseguró el investigador que dio cuenta de las mejoras en la infraestructura urbana que se observa en las dos ciudades malvinenses: Puerto Stanley y Mount Pleasant, o Monte Agradable.

Luego de la guerra, se construyó la base militar, un aeropuerto de grandes dimensiones y un hospital de alta complejidad que era una necesidad para los isleños que hasta ese momento visitaban territorio argentino para la atención sanitaria.

“En el trato, los isleños son cerrados y distantes, pero no así en lo que se refiere a derechos ciudadanos, por ejemplo con un contrato de trabajo uno tiene los mismos derechos que un kelper en términos de educación, que es gratuita, y de salud”, refirió Peretti.

Añadió además que se observa “una apertura de la sociedad isleña”. El año pasado se aprobó el matrimonio igualitario, fue una decisión política de la Legislatura de Malvinas, no fue impuesto por Inglaterra, y es una legislación de avanzada porque permite la adopción para del mismo sexo.

Previo a la sanción de la ley hubo una consulta y más del 80% de los isleños votó a favor del matrimonio igualitario. Estas decisiones contribuyen a reafirmar su identidad, pues ellos se consideran isleños”, opinó Peretti aunque asegura que en el Mundial de Fútbol apoyarán a Inglaterra.

Nieve en enero

Si bien enero es el mes más agradable en cuanto a las condiciones climáticas en las islas, los días siempre oscilan en los tonos grises pues hay muy pocas horas de sol, llueve e incluso los investigadores de la UNL vieron caer nieve en el mes más tórrido para los argentinos.

“Recorrimos zonas cercanas a los territorios donde se llevó a cabo la guerra, hasta donde se puede porque aún hay minas y no se puede acceder, también quedan algunas trincheras, lo que muestra lo inexplicable de cómo los soldados pudieron estar tantos días en esas condiciones ya avanzado el otoño invierno”, relató.

Para poder radicarse en Malvinas hay que contar con un contrato de trabajo, no se puede ir a buscar empleo. “Los contratos son generalmente por dos años y luego estas personas regresan al continente. En su mayoría son chilenos que viajan desde Punta Arenas, es un grupo que alcanza las 200 personas, pero también hay peruanos y uruguayos. Los salarios son comparativamente mucho más altos en Malvinas que en el continente, y su estándar de vida es más alto que el nuestro, entonces se entiende que se produzca la migración temporaria de personas que luego retornan a sus países de origen”, explicó.

El clima moldea el carácter de una población, y el de Malvinas obliga a sus habitantes a pasar la mayor parte de su tiempo en lugares cerrados. “Su lugar principal de socialización son los bares, en Puerto Stanley, por ejemplo, con 2.400 habitantes, hay siete bares”, precisó.

Sólo hay un vuelo semanal que va desde Punta Arenas, Chile, a Malvinas que es el que lleva alimentos frescos, como frutas y verduras. Por esta razón las habitantes de Puerto Stanley comenzaron a construir sus propios invernaderos, porque las condiciones climáticas no permiten cultivar a cielo abierto.

En Puerto Stanley hay una sola escuela, que cuenta con jardín de infantes, escuela primaria y secundaria. “En Malvinas la obligatoriedad de estudiar es hasta los 15 años y luego si el estudiante alcanza determinado desempeño, el gobierno de las islas los beca para estudiar en Inglaterra, y varios vuelven a Malvinas ya con una profesión. Este derecho es para todos quienes tienen la ciudadanía, no sólo kelpers, sino también extranjeros”, aseguró el investigador.

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