Ese domingo amaneció soleado y sin viento, una excepción para una ciudad como Río Grande, en Tierra del Fuego, en donde sus habitantes estacionan contra el viento para que las ráfagas no les abran las puertas de un chicotazo. María Elena Delgado y su marido habían quedado con un matrimonio amigo en salir a pasar el día al campo sólo si estaba lindo; de lo contrario, pensaban hacer un asado en su casa. Cuando vio el sol de la mañana, María Elena despertó a Sofía y la vistió con un buzo azul francia: eso recomienda en esta zona Defensa Civil para evitar que los chicos se pierdan en la estepa.

María Elena -que estaba embarazada de seis meses-, Fabián Herrera -su marido- y Sofía pasaron por el supermercado La Anónima, compraron la carne, bebida, facturas para la tarde y unos alfajores de maicena teñidos de rosa que Sofía quiso apenas vio. Después, fueron a la YPF, cargaron agua para el mate y esperaron a que llegara la pareja de amigos. Allí es donde Fabián sacó, con una cámara digital, esta foto: la última imagen que tienen de Sofía.

La última foto, pocas horas antes de su desaparición.

La última foto, pocas horas antes de su desaparición.

«Yo llevé otra mudita de ropa por si Sofi se mojaba. Al final, terminaron usando esa ropita para que los perros la olieran y salieran a buscarla», cuenta María Elena a Infobae. Habla desde la misma casa en la que vivían los tres, aunque la dinámica de su casa nunca volvió a ser la misma: ahora tienen un policía apostado en la puerta por orden judicial que vigila que una vidente no siga acosándolos. La mujer sostiene que los padres de Sofía son sus asesinos: dice que ellos le pegaron, que «se les fue la mano» y que la enterraron en el patio de su casa.

Las dos parejas llegaron al camping John Goodall con sus hijos, pagaron 15 pesos por persona, entraron y estacionaron. Los hombres bajaron primero para buscar un reparo para hacer el fuego. Sofía bajó corriendo atrás de su papá. Como María Elena estaba embarazada, se quedó esperando en el auto. Cuando Fabián volvió, Sofía ya no estaba.

La gesta de una tragedia estaba sucediendo. Sofía tenía 3 años y 8 meses y había sido una hija muy buscada. María Elena había tenido endometriosis, un embarazo ectópico y le habían extirpado una trompa. Por eso Sofía había tardado cinco años en llegar. El jueves se cumplieron 9 años de esa mañana en que la vida se quebró.

«En todos estos años se verificaron hasta las hipótesis más insólitas. Y hubo muchas pistas falsas, uno nunca imagina que la gente puede ser tan cruel», dice ella. La causa judicial, que lleva acumuladas 5.000 fojas, no logró develar el misterio. Pasaron 4 jueces, tres fiscales, intervino la policía provincial, el FBI y la Interpol. Y nada. Estas son algunas de la hipótesis y las pistas falsas.

La niña «de los estigmas»: La directora de un colegio de Mendoza denunció que tenía una alumna que hacía escuela domiciliaria y que, para ella, era Sofía. «Era idéntica, yo misma viajé a verla. Su documento decía que había nacido dos meses antes que Sofi y todo lo que la rodeaba era rarísimo. Los padres decían que era una nena iluminada y que tenía los estigmas de Jesús, que son niños a los que supuestamente le sangran las manos y los pies, como si tuviera los clavos de Jesús. Por eso la nena hacía escuela domiciliaria: que no fuera a la escuela aumentaba las sospechas». La Justicia viajó: las huellas dactilares indicaron que no era Sofía.

El ave que «roba niños»: Otra hipótesis que barajó la Justicia es que se la hubiera llevado un águila o un cóndor. «Ha habido casos acá en los que esas aves levantan corderos y se los llevan. Se llamó a especialistas que nos explicaron que esas aves sobrevuelan las zonas en las que no hay árboles, se tiran y se llevan a las presas para matarlas y después comerlas. Pero el camping estaba lleno de árboles y si la hubiera atacado un ave de ese tamaño tendría que haber quedado algún rastro».

El ataque de perros salvajes: «Los perros cimarrones son perros salvajes que hacen destrozos todos los años con las ovejas y los corderos. También se evaluó que la hubieran atacado, pero concluyeron que era imposible porque nosotros tendríamos que haber escuchado gritos o haber visto el movimiento. Se buscó con perros entrenados en búsqueda de cadáveres en el lugar y deberían haber encontrado al menos un rastro de sangre».

Sofía con su disfraz de Lazy Town.

Sofía con su disfraz de Lazy Town.

El tráfico de órganos: «Se investigó a una familia que tenía una bebé que necesitaba un trasplante y en ese momento estaban pidiendo un órgano desesperadamente. Los entrevistaron a todos e investigaron de dónde había venido el órgano que recibió esa beba. Revisaron todos los trasplantes de órganos que se hicieron en el país durante esos días. Y determinaron que era imposible, porque se necesita mucha logística y muchos estudios de compatibilidad para hacer algo así».

Los amantes despechados: «Hubo dos denuncias así. Una vino de un hombre de Salta que denunció que a Sofi la tenía su ex novia. Se investigó hasta que se descubrió que el tipo tenía una relación con una mujer de San Juan y, cuando la relación terminó, denunció que la mujer tenía a Sofía». Hubo otra pista falsa similar en Ushuaia: un hombre que salía con una mujer casada y, para quedarse con la mujer, denunció que el marido tenía algo que ver en la desaparición de Sofía.

Un secuestro ficticio: Fue el Día del Padre de 2009 que el teléfono sonó en la casa de los Herrera. Cuando Fabián atendió, se oyó la voz de un niño: «Hola papá», le dijo. «Fue muy cruel, era el Día del Padre. Resultó ser un productor de San Luis que allá es conocido porque lleva artistas. Dijo que tenía a Sofía y pedía 50.000 dólares para devolverla o  la entregaba en una bolsa. La policía antisecuestros vino a entrenarnos para que supiéramos cómo hablar con él, se creía que estábamos ante una gran banda de secuestradores», cuenta Elena. «Nos exigió vernos en Buenos Aires. Lo detuvieron cuando se estaba tomando el micro. ¿Sabés a quién le había hecho decir ´hola papá’? A su hijo de 2 años».

El abuso sexual. Hubo otro llamado en el que una voz masculina, del otro lado, les dijo que tenía a la nena y que en ese momento le estaban bajando la bombacha. Rastreando la llamada, los investigadores descubrieron que eran llamados desde la cárcel hechos con el fin de cobrar la recompensa que, hace poco, se elevó a 1.500.000 pesos.

La caída al mar: Una de las hipótesis más fuertes es que Sofía podía haberse caído al océano Atlántico, frente al camping. «Como las mareas nunca son iguales hubo que esperar meses para recrear las mismas condiciones. Dos veces tiraron un muñeco con el peso y la altura de Sofi y el mar nunca lo devolvió», cuenta Elena. Sin embargo, ella no cree que haya pasado eso: «Tendría que haber saltado el alambrado, bajado una pendiente, cruzado la ruta 3 sola y haber caminado como 800 metros hasta el mar».

Robo de niños: «Es lo que yo creo, porque nunca se encontró un sólo rastro, a pesar de que trajeron perros de Buenos Aires y de Mendoza». Los perros siempre se quedaron quietos en un punto del alambrado, lo que le hace creer que alguien frenó un auto, levantó a Sofía y se la llevó y que, por eso, está viva. Se investigó a la gente que había atravesado la frontera en esos días y tampoco llegaron a nada. Otra duda es si podrían haberla cargado en un crucero de los que llegan a Ushuaia en esa época.

Un atropello y una huida: Se pensó en que un vehículo podría haberla atropellado. «Se revisaron los hospitales por si alguien se había asustado y la había dejado herida. Incluso se buscó en las morgues, porque una mujer llamó y dijo que estaba en la morgue y estaban ocultando el cuerpo». Consultaron, además, con especialistas en accidentes que confirmaron que, dependiendo de la forma en que el niño es atropellado, puede no perder sangre en el impacto. Se recolectaron todos los parabrisas rotos que encontraron a la vera de la ruta, desde Ushuaia a Río Grande y entrevistaron a los dueños para ver cómo se les había roto: nada.

El entierro en el patio de su casa: La versión fue instalada por una vidente. «Les hizo creer a todos que la matamos y que la veía enterrada frente a una puerta balcón, debajo de un piso de cemento. Dijo que yo era prostituta y que Fabián tenía antecedentes policiales y armó grupos de Facebook que llegaron a tener más de 17.000 amigos». Elena la denunció (en junio la vidente se encadenó a metros de su casa) y un perito psiquiátrico determinó que padece psicosis, que no comprende la criminalidad de sus actos y la declaró inimputable. De todos modos, el mes pasado y por pedido de un periodista, los Herrera accedieron a excavar frente a las cámaras en el patio de su casa. No había nada.

La pista del péndulo: «Los videntes llamaban de madrugada, decían dónde la veían y Fabián agarraba la camioneta y salía con los amigos. Hubo un hombre que tenía como 80 años y hacía radiestesia, con un péndulo, que llegó desde Corrientes. Atravesaron un río, dos cerros y no encontraron nada. Cuando quisieron volver, el río había subido, la camioneta se llenó de agua y casi se ahogan todos». El juez, luego de ver que Fabián viajó a Bolivia y a Perú tras pistas de videntes, le pidió que dejara de hacerlo para no contaminar la escena en caso de que alguna pista fuera cierta.

Abducción extraterrestre: «Era absurdo pero a falta de indicios terminás creyendo en todo. Un conocido que siempre va a pescar por esa zona nos dijo que solía ver ovnis y luces misteriosas. Por supuesto que eso no se podía verificar pero cuando no sabés nada todo te parece posible», explica.

En estos 9 años, la vida de los Herrera quedó frenada. La cama de Sofía quedó hecha, la ropa que Elena le había planchado quedó en el placard, sus juguetes están en la caja de siempre, sus regalos de cumpleaños se siguen acumulando. No es casualidad que todo siga allí: sus padres creen que si la encuentran, Sofía va a necesitar sus cosas para recordar la vida que tenía antes.

Este es el identikit que se difundió en agosto. Es una imagen proyectada hasta los 12 años.

Este es el identikit que se difundió en agosto. Es una imagen proyectada hasta los 12 años.

«Ese es el mayor miedo que tengo, que si la encuentro no me reconozca. Sofí no tenía ni 4 años cuando desapareció. Me han dicho que es una edad en la que los chicos se adaptan fácilmente a los cambios. Puede ser que esté en otra casa y ya no recuerde que tuvo otra vida y otra familia. Sería muy duro si pasara eso pero, a la vez, reencontrarme con ella sería la alegría más grande de mi vida», dice su mamá. Si está con vida, en tres meses Sofía Herrera cumplirá 13 años.